lunes, 17 de junio de 2013

Padres de nuestros padres

Te diriges firme a visitar
a quien tantas veces te enseñó a jugar
a vestirte, a cocinar...

Atraviesas la puerta y te ciega.
Te ciega la huella que ha dejado la vejez.
Te encorba, te debilita y te impide recordar, recordarme.

Recordar la mujer, madre y abuela que un día fuiste.
Te ha hecho olvidar mi nombre y que me quisiste.

Y te das cuenta que la vida ha pasado
y pasa también por tí.

Y vuelves a plantearte tu manera de vivir.

Hay algo que perdura en el tiempo,
las miradas con ojos de ayer.
Y es de esa forma intangible de la que ahora nos reconocemos,
en tus ratos de lucidez.

Para tí abuela, y en muchos momentos "agüellaaaa" que fuiste quién inspiró estas palabras el verano pasado.

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Y ahora que no estás,
estas palabras serán
tan solo un recuerdo más.

Gracias por las canciones,
por las incontables risas
que regalabas sin cesar,
y por las que regalarás
aún sin tu presencia.

Por las siestas obligadas,
por los chocolates en el cazo
por los roscos ("No hay otros"!)
y por enseñarme.

Por enseñarme cosas,
algunas que hoy seguro ya no recuerdo.
Y otras que si la vida me lo permite,
procuraré no olvidar jamás.


Un hurra por la vejez, por llegar y sobretodo por disfrutar del camino.

P.D.: ¿Oyees? Espero que me oigas.


Te quiere,

Afri


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